martes, 30 de octubre de 2012

Fumador vs No Fumador


                                                                                                                  Por Bárbara Rincón

NO FUMADOR:

Durante muchos años las personas no fumadoras se han visto perjudicadas por la contaminación del cigarrillo, sufriendo de problemas de salud y molestias en sitios públicos. Sin embargo, con la ley de prohibición de fumar en espacios públicos estas personas se han visto beneficiadas.

En primer lugar, no están expuestas a la contaminación y pueden prevenir las enfermedades que se generarían por ser un fumador pasivo. Los ambientes se prestan para compartir tiempo en familia y las madres no deben preocuparse porque sus hijos inhalen humo de cigarrillo en espacios públicos. Y en segundo lugar, se cree que esta ley puede disminuir la cantidad de fumadores al dificultarles realizar esta actividad con la frecuencia de antes.

En definitiva, esta normativa legal establece protecciones sobre aspectos hasta hoy no controlados en cuanto a drogas legales, basados en elementos de resguardo y prevención. Actualmente, los intereses colectivos se sobreponen a los hábitos, culturas y libertades para establecer límites y legislaciones a favor de aquellos que no consumen cigarrillos.  

FUMADOR:

Las personas están conscientes del daño que puede causar el cigarrillo para quien lo usa y lo inhala. Sin embargo, la prohibición de fumar en espacios públicos coarta la libertad y derechos de los ciudadanos fumadores.

En primer lugar, para el momento en que se proclamó la ley se tomaron en cuenta las peticiones de las personas no fumadoras, pero excluyeron las necesidades de la minoría que sufrió los cambios. Es decir, se pudo haber tomado la decisión de crear espacios debidamente acondicionados para fumadores en sitios privados como Centros Comerciales o Discotecas. En segundo lugar, se debieron realizar campañas masivas de concienciación para que los consumidores de esta sustancia legal disminuyeran su uso por iniciativa propia y no lo hicieran a causa de una imposición del Estado. Por último, se irrespeta el sentido de la propiedad privada ya que el propietario del local es la única persona con derecho de decidir si permitirá el uso del cigarrillo o no; el Estado no debería interferir ni coaccionar para que se cumpla esta ley en sitios privados.

En conclusión, esta ley menosprecia los derechos que poseen los ciudadanos fumadores y atenta contra la propiedad privada y la libertad individual.


miércoles, 17 de octubre de 2012

Melancolía y Fuerza Creativa


La especie humana no puede soportar mucha realidad

T. S. ELIOT


En su artículo La depresión y el proceso creativo, el Dr. Rodrigo Morales García expone sobre la forma en que la tristeza, la depresión y hasta la propia locura se relacionan con el talento creador. Esa sensibilidad para percibir nuevas ideas durante las etapas melancólicas, esa chispa de genialidad en medio de la noche.

Una esperanza.

Es un lugar común hablar de depresión en este momento en Venezuela, cuando gran parte de los venezolanos no aceptamos todavía la suerte de nuestro país; el cruel resultado de una democracia que no es tal, cuando el robo y la esclavitud se buscan legitimar por el voto de la mayoría. Así lo veo. Después de los enormes niveles de adrenalina que experimentamos antes del 7 de octubre, nos resignamos a aceptar nuestro destino por ser una minoría.

No tiene por qué ser así.

No estoy hablando de cantar fraudes imaginarios ni mucho menos de organizar absurdos golpes de estado, sino de tomar una decisión clave. Entre las dos alternativas presentes en la cabeza de muchos jóvenes como yo... ¿Qué hacemos? ¿Nos quedamos o nos vamos?

"La melancolía hace ir más despacio, enfría el ardor y pone en perspectiva los pensamientos, la observaciones y los sentimientos generados en otros momentos de mayor entusiasmo". Morales García nos asoma a ese universo amargo lleno de materia, esperando ser desnudado por nuestras ganas de hacer algo, por nuestra inquietud. Tenemos el poder de decidir lo que queremos hacer, más allá de esa situación sobre la cual, según parece, no tenemos control alguno.

La opción más tentadora es irse. No vale la pena martirizarse por una causa perdida, cuando lo importante es vivir la vida en paz y ser feliz. Dejar la familia y los amigos atrás, ser un extranjero en un mundo difícil. Parece que vale la pena intentarlo. Es ridículo el pretexto de "traición a la patria", es el lema propio de los nacionalistas recalcitrantes que piensan que el llamado bienestar común es más importante que el bienestar individual, cuando el primero no es más que la suma de estos últimos. Irse del país, a un lugar donde podamos desarrollar nuestro potencial libremente, con esperanza de un futuro mejor.

Pero hay otra opción, quizás más difícil.
Ser los protagonistas de este momento histórico.

No implica sacrificarse por el bien de la nación.  Consiste en aprender a amar este laberinto, en sacar de nuevo las cuentas y comprender que luchamos por nuestra tierra, nuestra cultura, nuestra comida, nuestras fiestas, nuestro trabajo. Nuestro orgullo. Eso, ningún país del mundo nos lo podrá ofrecer.

Esa es mi realidad, que hoy la veo destellar entre las sombras y no puedo ignorarla. Hay algo que me mueve a pesar del temor, y aunque todavía no decido sobre cómo quiero transformarla, sí estoy seguro en mi deseo de seguir caminando hasta la bifurcación.