miércoles, 27 de noviembre de 2013

En defensa del comerciante venezolano



El discurso oficial del margen excesivo de ganancia ha calado en mucha gente, quienes valoran como algo malo que un comerciante lo practique. En este espacio me propongo el desafío de exponer el otro punto de vista, esperando generar reflexión y recibir pocos insultos.

En primer lugar, todos nosotros como consumidores queremos comprar más barato. Sería irracional defender la visión de querer que todo esté caro y haya escasez, cuando ese escenario perjudica a la mayor parte de la sociedad y solo favorece, en la mayoría de los casos, a una cúpula enchufada con el régimen.

Pero este escenario se combate generando las condiciones para que haya más producción. Si hay más productos, el precio tiende a bajar por efecto de la competencia generada cuando mucha gente quiere vender más, con la amenaza constante de que surja otro empresario que, con ingenio y optimización de procesos, ofrezca el mismo bien (o uno mejor) a un menor precio.

Pero la respuesta de parte de los responsables que han destruido la producción nacional con expropiaciones y controles consiste en, ahora que existen menos productos, obligar a los comerciantes a bajar los precios por la fuerza con la Fuerza Armada en las calles (sin contar la borrachera de impresión de bolívares, otra medida que genera inflación). ¿En qué países civilizados se ve esto hoy en día?

Los comerciantes y empresarios venezolanos no son más codiciosos que los de cualquier parte del mundo. Es este sistema de intervencionismo salvaje el que creó las condiciones para que esto pasara. Y en lugar de rectificar, le echan más leña al fuego.

Hoy la gente arrasa con los productos en las tiendas. Pero ahora, ¿Quién va a querer invertir en Venezuela con estas condiciones? Las consecuencias son claras: las empresas van a seguir cerrando, generando más escasez, inflación y desempleo para el año que viene.

Y el problema no es solo material, sino también moral. A los empresarios y comerciantes trabajadores se los tacha como ladrones y corruptos por vender caro, justificando a los parásitos que saquean esas tiendas. El empresario exitoso es visto como un criminal, mientras que se mira con simpatía al que lo obliga a bajar los precios y le niega el fruto de su trabajo.

¿Acaso el comerciante está obligado a vender por debajo del precio al cual la gente aun le compra?

Vender caro NO es un crimen. Si lo vende a ese precio y la gente se lo compra, allí no hay ningún delito. Para que el precio de un producto baje, ya vimos que la solución es que haya más producción y surja la competencia.

No se justifica meter a la Guardia Nacional en los negocios y obligar a los comerciantes a bajar los precios con fines políticos, tachándolos como criminales al nivel de un ladrón. Criminalizar el espíritu empresarial y el afán de lucro es condenar a la producción, generando más escasez, más colas, sumisión y entrega de poder a la cúpula gobernante.

Queda a su reflexión, querido lector, si usted vendería un TV plasma a un precio 10 veces por debajo del que alguien estaría dispuesto a comprárselo, dadas las condiciones de nuestro país.

@nhcarreras

miércoles, 6 de noviembre de 2013

¡Somos venezolanos!



Estoy convencido que el retorno del país a sí mismo
no puede ser sino a través de su conciencia

Renny Ottolina


Es un lugar común en la Venezuela de hoy que se nos describa a los críticos y opositores al régimen actual con peyorativos como: enemigos del pueblo, burguesía parasitaria, fascistas; solo para resaltar los más decentes. Pero, además, no pasa desapercibida esa intención de etiquetarnos como defensores de los intereses del imperio, de la CIA, de las empresas transnacionales o de cualquier mal existente, como colaboradores conscientes o como ingenuas piezas de ajedrez manipuladas por estos personajes.

Cuando alguien se atreve a difundir el malestar generalizado por la inseguridad que padecemos en las calles, por la escasez de alimentos y de bienes básicos que sufrimos con las colas y el desespero, por la hiperinflación que nos hace cada vez más pobres, por las fallas en el sistema eléctrico, por la decadencia del sistema de salud; y en general, por la sensación de incertidumbre que vivimos actualmente, no se recibirá otra respuesta de parte de los sectores oficialistas que no sea un insulto, una declaración de guerra o, en el mejor de los casos, un llamado a recapacitar para no defender los intereses de todos los malvados enemigos del pueblo.

Es muy difícil encontrar a alguien dispuesto a debatir con respeto y templanza las ideas que defienden, contra aquellos que tenemos una visión diferente de encontrar la solución a los problemas que nos aquejan. Se suele partir de la premisa que los que pensamos distinto somos enemigos y que no queremos encontrar una solución, sino en cambio, solo buscamos destruir y generar sufrimiento y pobreza. Se recurren a los insultos como se aprende de los discursos de sus líderes, promoviendo la exclusión y el odio a toda crítica, encerrándose en la soberbia de creerse con toda la verdad y mirando con desprecio a los otros.

Buena parte de quienes defendemos la iniciativa del ciudadano para superarse, de quienes creemos que el mérito es una virtud que no tiene por qué avergonzarse, donde el esfuerzo y la perseverancia son dignos de orgullo, de quienes defendemos los derechos de la libertad y la propiedad y queremos que el gobierno se dedique a lo que tiene que dedicarse con eficiencia, respetando el derecho del individuo a buscar su propia felicidad, estamos bastante conscientes de lo que decimos. Y por eso no somos menos venezolanos, ni somos apátridas, ni queremos que nuestro país caiga en una crisis que también nos afectaría a nosotros y a nuestros seres queridos que viven acá, en Venezuela.

Exhorto a una campaña por la defensa de nuestro gentilicio y de nuestro honor como venezolanos, tan herederos de la independencia de nuestros libertadores como los que visten de rojo, tan luchadores por la Libertad y la Justicia como cualquier otro ciudadano de este país.

Y para lograr ese cambio que queremos y salir de esta crisis, cito a ese ilustre venezolano, Renny Ottolina:

   Ese gran paso no será dado sino en la medida que tengamos conciencia de nosotros mismos como país.

¡Qué nadie nos doblege! Vamos a rescatar a Venezuela.

@nhcarreras